Está claro que en Andaluz se cavila mucho, siempre se ha cavilado, por algo nos tildan con ese singular apelativo, cavilas. Cualquier problema o dificultad, por complicado que parezca, tiene escondido una solución, pero es preciso cavilar para encontrarla. Si no la encuentras, lo más seguro es que no hayas cavilado aún lo suficiente. Así es.
"Sería de las pocas cosas que se me han resistido", decía mi padre cuando alguien empezaba a dudar de la posible enmienda de algún retorcido asunto, trabajo o chapuza que requería de alguna imaginativa o improvisada actuación en la que pudiera estar inmerso. Desde arreglar un tejado hasta reparar la excavadora de mi tío Joaquín. La escuela de la vida les había dado muchas lecciones, ciertamente. Cuantas más penurias pasaron, más aprendieron. Era vital para ellos tener bien engrasado ese 'rodamiento cavila' para sobrevivir a la adversidad.
Recuerdo que un día entró un albañil en la cuadra de la casa de mis abuelos y manifestó su perplejidad porque era la primera vez que veía ese curioso 'sistema', made in Andaluz, que permitía con una sola bombilla alumbrar a las dos cuadras de la casa, que estaban separadas por un tabique.
Y es que Andaluz tuvo también, en aquellos años de posguerra, la dicha de ser uno de los primeros pueblos de la comarca que contaba con un generador de electricidad, gracias a su molino viejo. Si mal no recuerdo, según he oído contar, cuando empezó a funcionar, se distribuyeron bombillas por familias y se estableció un insignificante máximo de unos 10 watios. Sí, 10 watios o menos. Todo un lujo, comparado con tener que estar a la luz de las velas, de aquellas finas y alargadas velas portátiles enrollables que iluminaban con más penumbra que luz, y que recuerdo que mi abuela encendía para entrar a la despensa.
Por cierto, que lo dejamos antes a medias; no sé si habéis cavilado ya sobre cómo conseguir dar luz con una sóla bombilla a dos estancias separadas, como os había comentado anteriormente. Esas carencias de electricidad seguro que fueron la clave para conseguir 'cavilar' la solución. Es muy sencillo. Se dirige el cable hasta un punto central del tabique intermedio, se hace un agujero y se sitúa la bombilla en medio del tabique. Ya tenemos una luz para dos estancias. Fácil.
Es un insignificante ejemplo, aunque creo que suficientemente ilustrativo para empezar a entender la filosofía cavila. Ya sabéis, somos así..., somos cavilas.
"Sería de las pocas cosas que se me han resistido", decía mi padre cuando alguien empezaba a dudar de la posible enmienda de algún retorcido asunto, trabajo o chapuza que requería de alguna imaginativa o improvisada actuación en la que pudiera estar inmerso. Desde arreglar un tejado hasta reparar la excavadora de mi tío Joaquín. La escuela de la vida les había dado muchas lecciones, ciertamente. Cuantas más penurias pasaron, más aprendieron. Era vital para ellos tener bien engrasado ese 'rodamiento cavila' para sobrevivir a la adversidad.
Recuerdo que un día entró un albañil en la cuadra de la casa de mis abuelos y manifestó su perplejidad porque era la primera vez que veía ese curioso 'sistema', made in Andaluz, que permitía con una sola bombilla alumbrar a las dos cuadras de la casa, que estaban separadas por un tabique.
Y es que Andaluz tuvo también, en aquellos años de posguerra, la dicha de ser uno de los primeros pueblos de la comarca que contaba con un generador de electricidad, gracias a su molino viejo. Si mal no recuerdo, según he oído contar, cuando empezó a funcionar, se distribuyeron bombillas por familias y se estableció un insignificante máximo de unos 10 watios. Sí, 10 watios o menos. Todo un lujo, comparado con tener que estar a la luz de las velas, de aquellas finas y alargadas velas portátiles enrollables que iluminaban con más penumbra que luz, y que recuerdo que mi abuela encendía para entrar a la despensa.
Por cierto, que lo dejamos antes a medias; no sé si habéis cavilado ya sobre cómo conseguir dar luz con una sóla bombilla a dos estancias separadas, como os había comentado anteriormente. Esas carencias de electricidad seguro que fueron la clave para conseguir 'cavilar' la solución. Es muy sencillo. Se dirige el cable hasta un punto central del tabique intermedio, se hace un agujero y se sitúa la bombilla en medio del tabique. Ya tenemos una luz para dos estancias. Fácil.
Es un insignificante ejemplo, aunque creo que suficientemente ilustrativo para empezar a entender la filosofía cavila. Ya sabéis, somos así..., somos cavilas.
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