miércoles, 15 de marzo de 2017

CUENTALUZ: La aventura del Duero


El Duero se presta a aventura. Lanzarse a navegar el Duero, como ha hecho estos días el intrépido Quico Taronji, subido en su tabla de paddle surf, parece más que un reto una verdadera locura. Las duras exigencias y demás inconveniencias del "viaje" no han sido capaces de neutralizar la pasión de aventura para quienes, como Quico, llevan en sus genes ese instinto aventurero de superar lo insuperable, llegando incluso a coquetear con sus propios límites.

Cuando era chaval recuerdo que un día llegó al pueblo otro aventurero del Duero. Venía navegando en piragua desde Soria con intenciones de llegar también hasta el final del trayecto. Estaba preguntando en el pueblo para ver si alguien  le podía trasladar a él y a su piragua, no sé exactamente por qué motivo, hasta Aranda de Duero. Mi padre no puso ninguna objeción, enseguida le abrió las puertas de la cochera para enseñarle su flamante Seat 850, y le preguntó: "¿Éste te podría valer?". Por supuesto que sí. Fueron hasta el río a por la piragua, la cargaron en la baca y enseguida le ubicó en su destino. Mi padre comentó que para pagarle la gasolina estuvo desdoblando con cuidado los billetes mojados.

Siempre nos han inculcado un cierto temor al Duero. Son varios los episodios trágicos que se han producido en el río y que nos han enseñado a tenerle cierta consideración y respeto. La piedra que aún permanece en las proximidades del puente, conmemorativa del ahogamiento de alguno de los nuestros, nos lo sigue recordando. Pero ese temor normalmente se ha traducido en prudencia y no en miedo. El Duero era también el lugar habitual de baño de la generación de nuestros padres. Hace poco me comentaron que de jóvenes mi tío Teo y el Noé se iban nadando desde las terreras de la roza hasta el puente. Es un tramo de aguas tranquilas, pero tampoco se lo recomendaría a nadie que no llevara en su ADN algo de espíritu aventurero. Apostándose en el puente con una caña (matizo, de pescar) también se pueden pasar buenos ratos, disfrutando de un bonito paisaje ribereño. 

¡Enhorabuena Quico!,  por embarcarte y conseguir llevar a buen término esa gran aventura, la aventura del Duero.

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