"Otra mujer, del castillo llamado Andaluz, había pasado ya un año entero tullida de todos sus miembros, cuando su esposo la llevó a lomos de un asno, hasta el monasterio de Santo Domingo de Silos. Hacia el atardecer del sábado fue expuesta ante el sepulcro del santo, donde en vela y entregada a la oración, continuaría hasta el domingo. Por otra parte, una vez que los monjes celebraron la misa de ese día, se hizo una rogativa general pidiendo al Señor la curación de la enferma. Y finalizada la ceremonia, la condujeron a la hospedería para que comiera. Tomada la comida y disponiéndose a partir, fue de nuevo a la iglesia con el ánimo de despedirse del santo confesor. Y en ese preciso momento Santo Domingo la hizo gozar de su anterior salud, regresando ella a su casa en perfecto estado".
Santo Domingo pasó al monasterio de Silos en 1040, expulsado por el rey de Navarra Don García, por negarse a dar los tesoros del Monasterio de San Millán de la Cogolla, y falleció en 1073. El monje Grimaldo es el primero que redacta la vida de Santo Domingo en su libro "Vita beati Dominici confesoris Christi et abbatis", escrita a finales del siglo XI. Esta obra serviría de inspiración a Gonzalo de Berceo para escribir su "Vida de Santo Domingo de Silos", en verso de la cuaderna vía, y en castellano "ca non so tan letrado por fer otro latino".
(Texto extraído del libro LOS MILAGROS ROMANIZADOS DE SANTO DOMINGO DE SILOS. ALGUNOS PUEBLOS DE SORIA QUE FIGURAN EN ELLOS. Autor: Florentino Zamora)
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