En este interesante trabajo acerca de la arquitectura de las tainas podemos leer:
“Esto ya se perdió para siempre”, es
posiblemente una de las expresiones
más utilizadas por personas mayores
del medio rural, que se han criado
y curtido en las labores del campo,
cuando se refieren a las “tenadas” o tainas.
Construcciones estas que albergan
diversos elementos que generan
también diversas sensaciones. Para
algunas personas son recuerdos de
una dura infancia (y no tan infancia)
cuidando del ganado, de noches en
vela, de pulgas y fuerte olor a estiércol.
Otras afirman que fueron,
además, el motor económico de subsistencia
y existencia de su familia.
Muchas ven en ellas un ingrediente inseparable
del paisaje castellano que lo
moldea y da sentido, que habla de sus
gentes y su forma de vida. Otras admiran
el arduo y sesudo trabajo constructivo
de piedra y madera, aprendido
de generaciones anteriores que “no
fueron a la escuela”. Algunos extraen
de ellas el altísimo valor etnográfico,
histórico y cultural que poseen, tanto
por la generación de oficios como
cantero, ebanista, tejero o pastor,
como porque a su vera se fabricaron
instrumentos musicales con un palo o
un cuerno y se cantaron canciones y
relatos a modo de la prensa rosa de
hoy en día. En ellas se cocinaba y se
dormía, y entre todos los vecinos se
mantenían en pie, pensando siempre
en el bien común.
Parece que hablamos de hace
cien años, pero nada más lejos de la
realidad, nuestras madres y padres,
nuestras abuelas, son esas personas
que hasta hace pocas décadas trabajaban
y vivían junto a las tenadas,
eran las pastoras, los carpinteros y los
canteros.
Hay muchos más, pero, al menos
por estos motivos, tenemos la obligación
de evitar que nuestro patrimonio
rural se desvanezca, se convierta en
ruinas ya irrecuperables. Tenadas,
pajares, chozos, potros, molinos, fraguas,
hornos, pilones, dújos… son hoy
en día un valor cultural, histórico, turístico
y emocional que cada pueblo
tiene que preservar, manteniendo así
su historia y homenajeando a las personas
que hicieron que ese lugar hoy
exista gracias al uso responsable y
sostenible del territorio.
Algunos pensarán que esta tarea
es folklórica, cosa rancia y de viejos.
Todo lo contrario, este estudio arquitectónico
es un ejemplo notable del
interés que este patrimonio puede
suscitar entre la gente joven, inquieta
por la arquitectura, por el patrimonio,
por la tierra.
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